—¿Has perdido la cabeza, idiota? —Alan recibió una dura bofetada en la cara de su abuelo materno. Este anciano estaba furioso y aunque parecía muy viejo, sostenía una inmensa fuerza, que podría hacer que Alan cayera al suelo de un solo golpe.
Sí, Alan era el rey, se sentaba en el trono, pero el verdadero poder provenía de este hombre. Zeke. Su abuelo por parte de madre. Él controlaba todo y gobernaba cualquier cosa, incluso personas, que se oponían a ellos. Eran el controlador mental.
—¡Eres tan inútil! —Zeke pateó a Alan al suelo y lo hizo unas cuantas veces más, mientras le rogaba que se detuviera. No se atrevía a contraatacar, sabiendo que no tendría oportunidad de luchar contra él.
Las únicas personas en esta habitación, aparte de ellos dos, eran Corry, su asesor, y el jefe del hechicero real, Dexter, que no era otro sino el tío de Alan.
